"¿A dónde me llevará este link?" es, probablemente, la pregunta que te estabas haciendo hace diez segundos .
Bueno, hola.
Algún día me pediste que cuando entendiera lo que me dijiste aquel día (y me escribiste después), te avisara. Sí, ese día.
Tengo miedo de volver a hablarte. Tengo miedo de que me encuentres así después de tanto tiempo.
Pero ya es hora de perdonarnos, porque al fin y al cabo, por fin te entiendo.
Y, si lo que me pasa es siquiera una sombra de lo que te pasó conmigo, entonces, maldita sea, no tienes idea de cuánto lo siento. Aunque de nuevo, ya entiendo que esas dos palabras no sirven de nada. Ni para ti ni para mí. Pero tal vez es hora de dejar de decirlas y dejar de sentirlas. Podemos solo ser y estar, aunque nunca hayamos sido ni estado.
Tal vez encuentre que has cambiado. Estoy segura que yo lo he hecho.
¿Lo hacemos desde el principio de nuevo? Siempre fue fácil simplemente respirar a tu lado, y no sé si aparezco en los peores momentos pero tengo conmigo un cupón que puedes canjear cuando quieras para verme al final del arcoiris. Y, aunque no lo creas, tal vez ni siquiera necesitemos que deje de llover para verlo. Mi cinismo y tu optimismo siempre fueron una buena combinación destinada al fracaso. Ahora tengo mucho de ambos. Ahora, tal vez seamos una pésima combinación sin destino.
Un beso, y una sonrisa de tu ratona favorita, que olvidó su papel y no cayó en la trampa con el mejor queso del mundo. Pero te pide que la entiendas, porque no sabía de trampas, de quesos ni de nada.
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