Hoy el señor que cuida la puerta de todo el complejo residencial me miró y me preguntó si estaba bien. Me paré en seco. No conozco a este hombre. ¿Tan mal se me ve?
—Ehh...más o menos, ¿por qué la pregunta?
—Es que usted siempre saluda. Cuando pasa por acá siempre me dice buenos días y buenas noches. Siempre. Y hoy iba a pasar de largo.
Solo pude dar mi mejor intento de sonrisa, junté las pocas ganas que deambulaban en mí y dije:
—Buenas noches.
Y la vida siguió su curso, como siempre.
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